miércoles, 12 de enero de 2011

Fracaso

No me acuerdo donde lei que los árboles planifican la muerte de sus ramas con años de antelación. Es una buena manera de escribir su propio destino.

Esta sabina la tengo que dejar tranquila por lo menos un año. Veré como recorre un ciclo y como le sienta mi compañia. Lo único que me he permitido hacerle es una limpieza a fondo para poder distinguir bien todas sus formas y así definir un posible diseño. Utilicé un cepillo de cerdas de metal en un primer momento, y después la dremel. La madera viva la traté con más cuidado, y aunque no me resultó muy dificil, he de reconocer que el resultado en esta parte no me ha satisfecho completamente, porque he dejado algunas marcas de las herramientas que he utilizado, quizás por falta de precisión.
Limpiándola se me ocurrió que estos árboles tienen escrita su biografía en la madera muerta; que podríamos leerla siguiendo los pequeños e inimitables surcos que acaban en la nada, como si se tratara del relato de un fracaso, de una lucha que se perdió. Sin lugar a dudas es en las sabinas rastreras donde se puede apreciar con más claridad la lucha por la supervivencia.



Lo cierto es que le falta bastante ramificación, y más todavía si consideramos que le voy a cortar más de la mitad del tronco que sale hacia la izquierda.
La primavera pasada trasplanté dos pequeñas sabinas que os mostré en uno de mis primeros posts. Acostumbrado a los caducos y a su explosiva respuesta a los trasplantes, me extrañe de la lenta evolución que tuvieron. Su crecimiento ha sido bastante pobre, y aunque su aspecto lo consideré normal, la verdad es que anduve preocupado hasta que Escohotado me dijo que era el comportamiento normal de una sabina después de un trasplante. En el caso de esta, aunque el sustrato no me complace del todo y hay signos de falta de drenaje creo, como ya he dicho, que voy a optar por no realizarle el trasplante hasta la primavera del 2012. Si es que no se acaba el mundo antes, claro.