Ayer fuimos a Saitama a entregar varios lotes de árboles que serán exportados a Europa. Uno de ellos creo que iba para Bonsai Pavia, en España. La furgoneta iba hasta arriba de árboles. Delante íbamos Oyakata conduciendo, Javier el argentino y un servidor.
Lo bueno de este pequeño viaje de algo más de dos horas, es que tienes la oportunidad de ver otros viveros, que Oyakata recorrerá buscando algo que comprar.
Lo malo es que te toca descargar la furgoneta.
Alex, el checo, que ya ha ido varias veces con Oyakata nos aconsejó que tuviéramos cuidado porque suele dormirse al volante. Oh fuck! digo yo, y Alex dice yes, yes, riéndose. Javier me pregunta '¿manejas, vos?' Nunca lo he hecho por la izquierda, pero me arriesgo antes de que este hombre se me duerma al volante. Alex dice que imposible sin carnet japonés.
No sé si alguna vez habéis tratado de averiguar si un japonés se está durmiendo, pero os puedo asegurar que si no se le cae la cabeza es bastante complicado. Quedamos Javier y yo en darle palique en el viaje, pero él fue el primero en dormirse así que fue divertido.
Oyakata tiene un librito azul pequeñito en el están todas las direcciones y teléfonos de todos los viveros de bonsai. Los mete en el navegador de la furgoneta y vamos buscando. Solo hemos visitado tres, todos muy descuidados, viejos, nada que ver con Taishoen.
En uno de ellos el dueño me pregunta que si soy de España. Me dice que tiene sabinas españolas y me las enseña. Por lo visto Germán Gómez compra en este vivero, y otros profesionales españoles también, como Laos Garden.
En otro la gran mayoría de los árboles son azaleas satsuki. Oyakata dice que las azaleas no son populares en Japón porque como mucho duran 60 años, y la compara con la vida de un hombre, 100 años, dice. Además tampoco le gustan porque hay que tratarlas mucho contra enfermedades, los trasplantes son muy complicados por el tipo de raíz que tienen y dice que solo están bonitas cuando tienen flor. Le pregunto por los olivos y me dice que lo mismo, no popular in Japan. Dice que lo que si que quiere son sabinas españolas. Nos ha jodido, digo yo, como no me entiende...
El caso es que después de recorrer el último vivero, nos vamos con la furgoneta llena de akadama pero ni un solo árbol.
El camino de vuelta fue un pelin más emocionante y no hubo problema con que se durmiera. Aunque Javier le aviso de que debía hechar gasolina, Oyakata insistió en que llegábamos con la que había. En él tramo final recorrimos unos treinta kilómetros con la luz de reserva encendida. Yo me veía en mitad de la autopista, a las faldas del monte Fuji, buscando a pie una gasolinera. Oyakata decía que le latía el corazón muy rápido, y se reía, el muy cabronazo. En un momento dado señaló un pequeño monte, 'look, yamadori'. Javier y yo llorábamos de la risa, en un momento así y se fija en los yamadori.
Finalmente encontramos una y pudimos repostar. 'I have a God in my heart' nos dijo.
Madre mía que experiencia. Sal de tu zona de confort, decían, no tengas miedo, te irá bien, decían,...